Viaje a los Pirineos
Descubriréis paisajes majestuosos: circos espectaculares, cañones agrestes, cascadas inigualables, cumbres magníficas, panoramas que dejan sin aliento, noches resplandecientes... A veces, detrás de una curva, descubriréis una pequeña capilla o un pueblo lleno de encanto. En esta región que no conoce fronteras, la carretera puede conduciros directamente a la vertiente española de los Pirineos.
Maravillarse con el misterio de la naturaleza
Con su extraña perfección, el circo de Gavarnie, inscrito en la Unesco, parece de ficción.
Pasear por los senderos
No hace falta ser un caminante empedernido para disfrutar de los más bellos paisajes.
Coger una ruta espectacular
Más allá de Gavarnie, la Virgen de las Nieves saluda a los visitantes que se dirigen al puerto de Boucharo, en la frontera española.
Dejarse deleitar por la fuerza del paisaje
El gran cañón de Ordesa inscrito en la Unesco. Un paisaje con aspecto de colorado pirenaico, único en Europa.
Detenerse en los pueblos rocosos
Mil pueblos, mil rostros para una montaña viva y versátil.
Descubrir en ellos los preciosos tesoros del pueblo pirenaico
Algunos pueblos esconden sorprendentes capillas románicas con espléndidos frescos murales que se han convertido en obras maestras protegidas.
Y por la noche, mantener los ojos bien abiertos
Noche deslumbrante en la Reserva del Cielo Oscuro.
Relajaos y llenaos de energía con el tratamiento de montaña:naturaleza virgen, aire puro, comida sana, torrentes caudalosos, lagos apacibles y manantiales de aguas termales curativas…
Llenar los pulmones con el aire puro de las cumbres
Es bien sabido que el aire de montaña es más puro que en otros lugares gracias a los efectos de la altitud.
Contemplar el reflejo de los picos en los lagos azules
Tal como un paraíso azul, los Pirineos atesora tantos lagos que nadie ha logrado contarlos.
Bañarse en los ríos
En los Pirineos españoles, los ríos forman piscinas naturales ideales para darse un baño.
Cargarse con la energía de los torrentes
Por todas partes, las aguas de los ríos saltan, las de los torrentes burbujean y las de las cascadas se precipitan por la montaña.
Deleitarse con productos saludables en plena naturaleza
Disfrutad de un pícnic a orillas del agua con productos locales procedentes de una agricultura de subsistencia que respeta la naturaleza y el ciclo de las estaciones.
Chapotear suavemente en los baños de aguas termales
Alternar la vitalidad de la naturaleza con el suave calor de las piscinas termales es el privilegio que brindan los Altos Pirineos.
Dejarse mimar
Los nueve centros de balneoterapia compiten entre sí para ofrecer tratamientos corporales a cada cual más original.
El encuentro con los pastores, los coloridos mercados, el vino Noir de Bigorre y de Madiran, los rebecos y las marmotas, los festivales y celebraciones patronales os sumergirán en el arte de vivir pirenaico.
Sorprender a una manada de rebecos
¡El rey de los Pirineos! No es raro verlo, ya sea corriendo de forma desenfrenada o apostado con una mirada tranquila y curiosa.
Cruzar a un pastor en los pastos de la montaña
Cada verano, los pastores conducen sus rebaños a los pastos altos en busca de hierba.
Deleitarse con un plato apetecible
La mesa pirenaica revela tesoros de setas, carnes de caza, quesos, jamones…
Vivir una experiencia inolvidable
Pierre Sajous vigila con cuidado sus jamones Noir de Bigorre, producto emblemático de los Pirineos.
Saborear el vino de Madiran
Un viñedo íntimo en las estribaciones de los Pirineos, que elabora vinos clasificados ¡entre los 20 mejores del mundo!
Vivir el ambiente de los mercados del suroeste
Los mercados son espacios de vida, de reunión, cálidos y populares. El más popular es el Marcadieu en Tarbes.
Salir, bailar, cantar…
Durante todo el verano, se suceden los festivales. Aquí, «Tarbes en Tango», festival internacional de tango argentino.
«Si bien los Pirineos son más frágiles y modestos que los Alpes, son infinitamente más elegantes. Tienen encanto y una languidez oriental. Los Pirineos, más esbeltos, ondulados y delicados, son alargados y somnolientos: parecen soñar bajo el sol. A los Pirineos llegarán siempre la sonrisa de los artistas y el corazón de los poetas. »
El conde Henry Russell, un viajero dandi que se enamoró perdidamente de los Pirineos.